Primera infancia y comunidades sostenibles

Editorial RedEAmérica

Primera infancia y comunidades sostenibles

 

La pandemia del COVID – 19 perjudicó duramente a la niñez y profundizó la pobreza y la desigualdad de la región, afectando la calidad de vida de los niños y las niñas. Con el cierre de centros de desarrollo infantil y escuelas, el acceso restringido a servicios de salud, el creciente deterioro económico de los hogares y el aumento de movimientos migratorios, la niñez latinoamericana se vio expuesta a situaciones que aumentaron el desequilibrio entre los factores de riesgo y los factores de protección.

La región atraviesa una crisis de derechos de la infancia. Según cifras de Unicef, 3.6 millones de niños y niñas de la región entre 3 y 4 años no tienen un desarrollo temprano adecuado para su edad, siendo la niñez de las comunidades más excluidas y de difícil acceso quienes tienen la mayor probabilidad de no acceder a oportunidades que promuevan su desarrollo; 187.000 niñas y niños en la región mueren cada año antes de llegar a los 5 años de edad y la mortalidad neonatal representa casi la mitad de esas muertes (92.000 por año); 60 % de los niños y las niñas de la región entre 3 y 5 años no tiene los conocimientos alfanuméricos adecuados a su nivel de desarrollo, y los niños de hogares en vulnerabilidad socioeconómica son cinco veces más propensos a sufrir desnutrición crónica.

A mayor aumento en los factores de riesgo (no recibir nutrición y estimulación adecuada, exposición al abuso y la violencia, entre otros), mayor es la probabilidad de aumento de la inequidad en el desarrollo de los niños y niñas. Estos rezagos en el desarrollo cognitivo, físico y emocional de la niñez repercutirán en su desempeño escolar y productividad en la vida adulta, y adicionalmente perpetuará las condiciones de pobreza y desigualdad de la región.

 

Es urgente generar intervenciones multisectoriales y articuladas que contribuyan a que los niños y niñas alcancen su máximo potencial. Para el sector empresarial, la inversión en la primera infancia representa un escenario privilegiado para contribuir a romper el círculo de pobreza y desigualdad.

 

Desde RedEAmérica tenemos la convicción que no puede haber comunidades sostenibles sin el respeto y garantía de los derechos de los niños y niñas. Más y mejores inversiones en la primera infancia lograrán impactos positivos en la niñez, sus familias y las comunidades. Ninguna inversión de recursos será más fructífera que aquella que se haga en los niños y las niñas de la región, contribuyendo así a promover la sostenibilidad de territorios y comunidades.

 

Paola Zúñiga Valcárcel

Directora Ejecutiva RedEAmérica

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