El Nodo Colombiano, el gran ganador del tercer Premio Transformadores en la categoría de Inversión Social Privada

Se entregó el tercer Premio Transformadores el pasado 16 de marzo en el IX Foro Internacional de RedEAmérica, FIR 2017, realizado en Córdoba, Argentina. De cuatro ganadores en la categoría de Inversión Social Privada y Comunidades Sostenibles, tres son fundaciones que pertenecen al Nodo Colombiano: Fundación Promigas, Fundación Smurfit Kappa Colombia y Fundación Alpina. 

Los miembros del Nodo Colombiano se reúnen para dar inicio al año

El pasado 17 de febrero los miembros del Nodo Colombiano de RedEAmérica se encontraron en las instalaciones de la Fundación Terpel en Bogotá para la reunión inicial del año. En este encuentro se conversó sobre los tres ejes estratégicos que acompañaran la actividad del nodo durante el 2017: fidelización y comunicaciones, desarrollo de capacidades y empresa y comunidad. 

Se eligió nueva presidenta y vicepresidente de RedEAmérica

La nueva presidenta de la Junta Directiva de RedEAmérica es Martha Patricia Herrera, Directora de Responsabilidad Social Corporativa de Cemex. Armando Cassis, Gerente General de la Asociación UNACEM en Perú, es el nuevo vicepresidente. Se eligieron en la Asamblea General de miembros realizada el 17 de marzo en Córdoba, Argentina. Compartimos sus perfiles y trayectoria.
 

Una sola fuerza es el Perú

Un llamado para ayudar a los damnificados debido a las lluvias e inundaciones generados por el fenómeno de El Niño costero. Miembros de la Red han desarrollado campañas. 

CEMEX, listo para “Construir mejores comunidades” en México

De acuerdo con estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en México más de la mitad de la población vive con carencias que afectan su calidad de vida; en Latinoamérica, este país es uno de los tres que encabezan la lista de crecimiento de los índices de pobreza en los últimos años.

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Covid-19 y sostenibilidad
Andrés Chaur
/ Categories: Noticias, 2020

Covid-19 y sostenibilidad

* Artículo de opinión del Dr. José Mármol, Vicepresidente Ejecutivo de RRPP y Comunicaciones del Grupo Popular en República Dominicana

Para nadie es un secreto que una vez superada esta pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, en adición a la estela de miles de fallecidos y de millones de infectados en el mundo, tendremos también que padecer las consecuencias sociales directas de la catástrofe económica global que también tendrá el sello de la enfermedad y que se presume peor que los colapsos de 1929-1930 y de 2008.

Se trata de un desafío imprevisto para los Estados, más allá de la corriente política, económica o ideológica que los sustente.

Un primer impacto severo a escala planetaria de la pandemia sobre la economía lo sufrió el precio del petróleo, que ha afectado los mercados y ha mermado, cuando no postergado, su dinamismo, junto a otros factores causales como la caída del consumo y de las bolsas de valores, la merma o inactividad de la producción en muchas empresas, con la consecuente pérdida de empleos y la incertidumbre sembrada en millones de familias en el planeta.

La caída negativa del crecimiento económico en este año 2020 ya ha sido pronosticada por organismos especializados como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con excepción de pocos países, entre ellos el nuestro, que tendrían probabilidad de cero crecimiento, en vez de números rojos.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), al dimensionar el descenso de la economía en la región, sugiere prever la oportunidad de establecer la magnitud del esfuerzo para un retorno a la normalidad, es decir, a una nueva normalidad, que no significará en modo alguno una vuelta a las condiciones existentes antes de la pandemia. 

Este principio deja claramente planteado que la situación exige de cambios estructurales en la organización de la producción y el consumo, con impacto en lo laboral y el bienestar social.

En la economía dominicana, el golpe asestado a dos fuentes de ingresos como son las remesas y el turismo, último que afecta toda una cadena de valor vinculada a la producción agrícola, las finanzas, el transporte, así como pequeños y medianos comercios de bienes culturales y artesanales, además de los empleos directos e indirectos generados, constituye un grave reto para el Estado, el empresariado y la sociedad, que solo puede ser superado si el vínculo entre los sectores público y privado se muestra cada vez más fuerte y compacto, y si ambos son conscientes del sacrificio que la crítica coyuntura impone para la continuidad de la institucionalidad jurídico-política democrática y de la libre actividad empresarial en el país.

La sostenibilidad, que en pocas palabras procura el desarrollo con énfasis en el equilibrio entre los componentes económico, social y medioambiental, cuyos principios básicos han calado hondo en la mentalidad empresarial y en las instituciones públicas del mundo globalizado, aunque con vergonzosas excepciones, ahora es más necesaria que nunca para la construcción de la nueva normalidad pospandémica.

No cabe duda de que la primera responsabilidad de una empresa es generar utilidades, en base a un modelo ético y responsable de negocios.

Pero, la empresa no podría crear beneficios si la sociedad y las instituciones colapsan.

Una lección que puede legar a la humanidad la pandemia de la Covid-19 es comprender que la recuperación y el crecimiento económico deben darse en un entorno sostenible, que armonice los intereses público, privado y no lucrativo en alianzas robustas, y donde la actividad económica no atente contra el medioambiente y el bienestar social.

Antes que postergar la sostenibilidad y su ecosistema de impactos, por causa de la crisis sanitaria, ha llegado la hora de apostar a ella sin remedos.

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